A Mariña Lucense: una ruta a medida para tu escapada.

Cada vez son más las personas que llegan a esta parte del mapa de la mano de la filosofía slow travel: fomenta el viajar sin prisas, empaparse de la cultura local, dejarse conquistar por la gastronomía autóctona y también relacionarse con la población local. Y es en este último punto donde las personas del lugar tenemos un papel relevante: ser las mejores anfitrionas y guías de nuestro territorio. 

¿Acaso quién mejor para contarnos todo lo interesante de cualquier lugar que sus propias gentes?

Así que, aquí nuestro cometido: acompañarte en un paseo por nuestro pequeño paraíso contándote lo imprescindible, pero sobre todo lo que para cualquier lugareño sería imperdible. Tanto si tu escapada es de varios días como si es de tan sólo uno o dos, este post es para ti: en el primer caso porque te dará tiempo a verlo todo, y en el segundo porque te recomendamos que te quedes con aquello que te haga más tilín y dejes lo restante para la próxima (que la habrá, ¡verás que si!). Sea como sea, slowly… tomártelo con calma es la mejor manera de disfrutar placenteramente de este maravilloso rincón del norte.

Nos dejaremos llevar desde Ribadeo a O Vicedo deteniéndonos en los paisajes más bucólicos de la costa. Y si cambiamos el rumbo hacia la parte interior de la comarca bastará con escuchar la melodía del salvaje trote equino para que el camino ya haya merecido la pena. Palabras como cabello de ángel, untuosa faba de Lourenzá o Príncipe Azul provocarán saliva en tu paladar. Y por supuesto, reposo y buena acogida para que el plan sea redondo. Quédate en las próximas líneas, porque aunque suene a metáfora, te prometemos un paseo de fábula.

 

No es fácil escoger por dónde comenzar, pero hay quien dice que la archiconocida Playa de Las Catedrales es una puerta de entrada a Galicia, y por ende, a la comarca de A Mariña Lucense. Comenzar o terminar nuestra visita en este espectáculo natural es lo menos importante, lo imprescindible es visitarlo. Pero ¡ojo!: la marea es quien marcará la agenda del día elegido, organiza tu plan para reservar la visita a la Playa de Las Catedrales cuando esté bajamar y queden al descubierto los arcos de roca. Acercarse de nuevo con la marea alta y ver como el mar cubre por completo allí donde has estado unas horas es, cuando menos, ¡impresionante!. No planifiques irte aún muy lejos, busca en tu GPS “Faro de Illa Pancha” y de camino hazte con una cerveza, un refresco, un café o lo que te guste: llega al lugar, contémplalo, busca acomodo abrigado del viento y disfruta. Ojalá sea el atardecer porque la sensación será inmejorable. 

 

Sin dejar de lado la costa seguiremos la visita hacia Barreiros. Las playas de este lugar son su baluarte, ¡incluso sin sol! Un día cualquiera y el rugir de las olas son uno de esos imperdibles para los sentidos; salitre y tacto de arena fina a lo largo de ocho kilómetros continuados de costa. Si en tu paseo te encuentras con algún opérculo plano que dibuja una espiral perfecta, de tonos pardos por un lado y blanquecinos por el otro, dice la creencia local que entonces te habrá sonreído la suerte del azar. Habrás encontrado un “ollomao”: tomarlo y guardarlo en el monedero para llevarlo contigo es la costumbre que mantendríamos cualquier persona del lugar.

Pero no sólo la costa es una joya, también el interior. Sin desplazarnos demasiado hallaremos el paraje natural de Santo Estevo do Ermo, un auténtico lugar de cuento. Bosque autóctono, cascada y mitología completan otro de esos lugares imprescindibles. Y si cuando llegues allí te encuentras paños anudados en las ramas de los árboles, que no te extrañe: hay una práctica propia de lunes de Pascua pero extendida a cualquier día del año, que consiste en empapar un paño con el agua ferruginosa de la fuente de Santa Rosa ya que se le atribuyen poderes curativos sobre la piel. Si lo haces recuerda cuidar el entorno y dejarlo libre de residuos. 

 

Seguiremos en el interior para visitar el que ha sido considerado uno de los Pueblos Bonitos de España: Mondoñedo. El lugar de las mil historias, cuna de literatos como Álvaro Cunqueiro, Leiras Pulpeiro o Pascual Veiga; antigua ciudad del Reino de Galicia y lugar donde se yergue la “catedral arrodillada”, denominada así por su escasa altura y perfectas proporciones. Si te apartas del centro urbano dejándote adentrar en la parte más montañosa y en el entorno de Tronceda y la sierra de A Toxiza, gozarás viendo la fauna en libertad. ¿Te imaginas caballos salvajes trotando a los pies de una catedral? Pues ocurre exactamente cada octubre durante la celebración de las fiestas en honor a San Lucas. Y es uno de esos sonidos y momentos que toca la fibra a cualquier vecino del lugar. Lo dicho, dedica una mañana, una tarde o todo un día a conocer Mondoñedo y todo su entorno natural, su arquitectura y sus calles empedradas, pero no te marches sin probar su famosa tarta de almendra y cabello de ángel. Un lugar de tal impronta religiosa sólo podía tener un dulce propio de los dioses.

 

Retomamos camino hacia la costa con dirección a Foz. Podemos hacer nuestro trayecto de tirón pero si nos gusta la arquitectura histórica deberíamos merodear y entretenernos por el camino para visitar el Pazo de Tovar, la Torre del Mariscal Pardo de Cela y la Basílica de San Martiño. Esta última, de estilo románico, está considerada la catedral más antigua de España.

 

Entre Foz y Viveiro seguiremos encontrando costa y costa para nuestro deleite. Ser la comarca de “A Mariña” es marca, precisamente, de la gran importancia que el mar tiene en nuestra historia y nuestro presente. Y es razón de que pueblos marineros como Foz, Burela, Celeiro de Viveiro o San Cibrao, celebren sus fiestas importantes de la temporada estival rindiendo homenaje a sus gentes del mar. En algunos casos engalanan sus barcos para procesionar navegando y al son del más profundo y unísono silencio se recuerda a quienes perdieron su vida faenando. Es sentimiento de lugareños, pero seguramente no habrá visitante que no sea capaz de palpar y hasta compartir la emoción. 

Tiene el mar ese poder de sonar hasta en silencio, y en puertos como el de Burela o Celeiro su sintonía sonará diferente a la del paseo que anteriormente hicimos al lado de la playa. Si nos coincide en horario de subasta del pescado merece la pena escuchar la cuenta atrás a todo ritmo en la rula (aunque a día de hoy y con los avances informáticos implantados quizás eso ya sea historia). Y si antes de marcharnos tuviésemos la suerte de ver un barco atracar y proceder a la descarga del pescado, estaremos ante una de esas imágenes que forman nuestro paisaje, nuestro día a día, la dureza del mar y la valentía de quienes se entregan a él. Presenciarlo es memorable.

 

Comenzamos nuestro viaje en la Playa de Las Catedrales y lo terminaremos en O Vicedo. Allí se encuentra “Punta Fuciño do Porco”: una pasarela peatonal de madera que sutilmente te va adentrando en el mar y ofrece una vista espectacular entre acantilados. Visita imperdible y con reserva previa en temporada alta, aunque en este momento -Semana Santa de 2023- el lugar se encuentra cerrado pendiente de reparación. Con todo, el viaje hasta aquí habrá compensado igualmente con simplemente seguir disfrutando del paisaje costero. Con todo, si estás en Semana Santa y te gustan sus procesiones, en este momento te encontrarás muy cerca de Viveiro: esta celebración religiosa junto con la de Mondoñedo cuentan con la declaración de Interés Turístico. 

LLegados a este punto, sólo nos queda decir que esto es tan sólo una parte de todo lo que podemos ver y hacer en A Mariña Lucense. Quedan muchas y muy buenas cosas en el tintero para una próxima ocasión.

Y por supuesto, ni que decir de que la buena gastronomía la hallaremos a lo largo y ancho de nuestro paseo, y buena parte del mérito lo tienen las materias primas que se crían y cultivan en nuestra zona. No puede nadie irse de A Mariña lucense sin probar unas “fabas” de Lourenzá, bien sea en una fabada, en un caldo gallego o como guarnición que mejore cualquier plato. Un arroz caldoso con bogavante o unos percebes de Rinlo, una buena merluza del Pincho de Burela o de Celeiro acompañada de un sofrito de ajos y pimentón; el conocido como el Príncipe Azul: ese bonito del norte que se goza en fresco sólo durante la temporada estival y que a la plancha hace un tostado que perfectamente combina con los tomates de Mondoñedo o los carnosos pimientos de Piñeira. Y mismamente unos huevos camperos con unas patatas, de las de verdad, fritas en la sartén, ¡hasta eso será un manjar!

Para nosotros, en el Hotel Restaurante Rías Altas, será un placer poneros en bandeja algunos de estos sabores. Y por supuesto, acogeros en nuestras instalaciones y haceros sentir entre algodones. Haremos todo lo posible por proporcionaros comodidad, atención y calma. Que vuestro descanso sea reparador y comencéis un nuevo día con la mejor energía para continuar surtiéndoos de buenos recuerdos. Y es que un buen paseo pide otro, así que nada mejor que despedirnos con un: “¡volveremos a vernos!”. 

 

PD. Y aunque no te alojes en nuestro hotel, pero te encuentras por la zona y has leído esto ¡pasa a saludarnos y a contarnos tu experiencia! Será un gusto conocerte.

 
Fotografía: David Rivas Peña.
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